La perseguí hasta el catre. Cap. 4 (Inédito)
La vi despojarse del vestido, por llamar algo a aquel trapo que, podríamos también decir que algo la tapaba, con un movimiento sutil que no podía deberse a la casualidad, y mucho menos en su estado, debía de ser un movimiento ensayado, diría, con esmero y que a pesar de estos indicios de artificialidad, me fascinó. Lo cierto es que es la primera vez en varias horas que sentía siquiera un atisbo de deseo hacia la que se había convertido en mi compañera de farra, y en un solo segundo, con solo deshacerse de un amasijo de algodón sudao con gracia empezaba a sentir aquella sensación de empezar a ser dominado por mi otro yo, el de las grandes empresas.
La verdad es que no estaba en condiciones de recordar como había llegado hasta aquí, quiero decir, que salí a divertirme... creo que nos presentó algún amigo común no recuerdo cuando... y lo demás es la sensación de haber estado cerca toda la noche, sin haber estado juntos en realidad hasta hace unos minutos. Hemos acabado caminando por las calles hasta quedarnos sin nadie mas que el otro, y cierto es que lo que parecía un discurrir por el espacio solido de cualquier acera que surgiera bajo nuestras suelas, se convirtió, como quien pasa las páginas de una guia urbana en la puerta de su casa. Una vez más, no se muy bien donde estoy...
Y es que venía pensando al subir por la escalera, por donde tendría que volverme, cosa que ahora mismo, por otro lado no me preocupa lo más mínimo, porque en fin, la chica está frente a mi haciendo ojitos, detalle que capto aun estando ella con las domingas al viento y que demuestra que tengo más capacidad de la que creía yo mismo. Avanzo tímido hasta ser arrastrado por ella, que está mucho mas adelantada en el proceso, cosa a la cual, no terminaré de acostumbrarme... de hecho no se si es la primera vez que me sucede. Me derriba sobre el sofa, ella sabía donde estaba, yo aun ni lo había visto y mientras, totalmente desentumecido y pasado la sorpresa empiezo a sacar mis mejores dotes de pulpo de peluche, rebozandonos en deliciosos preámbulos, que nunca sobran pero que en estos casos en que no existe practicamente relación mas allá de la hasta ahora descrita tampoco suelen ser muy extensos y tirando mas a la prisa que a la ternura... que les voy a contar a ustedes que no sepan. En fin, que un servidor andaba ya preparado para pasar a zonas más erógenas... pero aquella braguita, único resto de todo lo pasado antes no había manera de sacarla, cuando me decidí a dar el tirón definitivo y solo al inicio del mismo, su mano, firme, detuvo mis intenciones bruscamente. -"Que no, que no, que no... tu que te has creído", espetó mientras de un brinco saltaba mas allá de la linea divisoria del sofa tres plazas. Esto empezaban ser demasiadas situaciones inexperadas de las que evolucionan a sinsentidos. Empecé a dar vueltas a la vieja idea de que yo no tenía ese sentido de la conciencia Pepito Grillo, mi conciencia suelo ser yo mismo, segun en que momento estoy, suele estar tan descolocado como yo. Ella se levantó y desaparecio por la puerta qe daba a un pasillo, al parecer no muy preocupada por este terrible silencio que yo aun no había podido transgredir. Me levante y salí por la misma puerta que ella, encontrándola en la cocina.
-"Me gustaría saber si hay algún problema", dije con el mínimo de autoridad para el aprobado.
-"No", su única respuesta.
Salí de la cocina, busqué los pantalones y al yo de diario que contenía mi dignidad y salí de allí con una sola idea en la cabeza... ¿Como carajo voy a volver a casa, donde coño estoy?
El tío Bob.