La perseguí hasta el catre. Cap. 2
La perseguí hasta el catre, aun así escapó viva la joia.Todo comenzó en el "Papillón", serian las 6 de la mañana, ya se que a esa hora no hay muchos bares abiertos, pero es que hay que saber buscarlos. Con demasiadas copas en el cuerpo y a ciertas horas, algunas jugadas son a la desesperada, y ese sin duda, era el caso. Conozco bien el teorema de Justerini & Brooks, eso de quitar el 0.75 de la puntuación que normalmente le darias a una chica a partir de la cuarta consumición, y si a esta aun en mi estado lamentable no le daba mas que un 7, quiere decir que habiendo pasado la docena, la chica no era mas de un 1 pelao...pero ya digo, a esas horas y en ese estado, lo mínimo es buscar un agujerillo caliente, aunque visto lo visto, mejor despertase solo, que no amarrado a una sujeta dificilmente mirable en otras circunstancias. Ese es ahora, bastante mas sereno y con el sol dándome en los ojos, mi consuelo. Podria contaros cualquier cosa, contrario a lo que realmente pasó...total, dificilmente podriais contrastar los hechos, pero lo cierto es que fue un espectáculo de patetismo sin igual. En fin, que al final, acabé en su casa, que ahora ni recuerdo donde era, porque esto lo cuento según he salido del portal, y es que no se donde coño estoy...ni siquiera veo autobuses, o una boca de metro...al menos veo matrículas como las de siempre...aparentemente no he cambiado de provincia. Pues eso, que la tipa llevaba tambien una tajada soberana, intento recordar y me parece que no era capaz ni de entender lo que me decía. Viendo el cuadro que me he encontrado al despertarme, creo que ambos nos dormimos al poco de entrar en el domicilio. Ahora al salir, ella dormía bocabajo en un sofá, demasiado vestida para suponer la existencia siquiera de un conato de sexo, yo amanecí en la moqueta, babeando, y encima ahora tengo la cara marcada de agujeritos que me noto al tacto, porque por no tener, la tia esta no tenía ni espejo en el baño. En fin, que me he pirao, que intento volver a casa, que me escuece la cara y que al menos no creo que tenga que arrepentirme de nada. De todo se aprende, supongo.
El tío Bob. 2004.