La perseguí hasta el catre. Cap. 1
Yaces a mi lado y te observo, observo el horizonte que dibuja tu cuerpo con la imprecisión de la penumbra, y me parece un paisaje de aquellos que quedarán grabados en lo más profundo de mi entendimiento. Y mientras me pierdo en ese paisaje, empiezo a recordar cada momento vivido desde el inicio hasta hace apenas unos minutos, cada sensación pasa frente al visor de mi mente recreandose, gustandose. Recuerdo como nos contorsionabamos hace apenas nada, como te me escurrias entre nuestros sudores, los mismos que ahora nos hacen estar pegados hasta que la luz rezume por algún resquicio de la ventana y me devuelva a la realidad que siempre tanto me gustó. Pero no ahora, ahora quiero disfrutar este momento como casi nunca disfruté nada, me provocaste una ira irracional, una busqueda de revanchas contra algo que no quería dañar, quizás sea tarde y lo que buscaba ni siquiera existía. Ofrecias toneladas de pasión en un envase a mi medida, tan ligero...y sin embargo no eres más que otro error de un ayer que fue mañana, tengo la sensación de que eres la equivocada, que todo esto que te digo no te importa, que debí decirselo a otra, si, debí decirselo en el mismo momento en que decidí que no le diria nada de esto, pero no, te lo estoy diciendo a ti, puta guiri de mierda, que nunca entendiste nada de lo te decía, pero a todo decias que si, tu que estabas con una proporción de alcohol en vena similar al de la fórmula de cualquier perfume barato, mientras yo que hasta que te vi estaba bajo el influjo de María, no paraba de decirte maravillas que nunca comprendiste. Y encima te has puesto a expresarte en un nuevo idioma común, roncando con el estilo de las puercas de la mejor familia de criadores de ibéricos de toda Extremadura. nunca te enteraste de nada, nunca, yo hablaba y hablaba y de vez en cuando te hacía preguntas trampa...supe que estabas en mis manos cuando me contestaste con un sentido y profundo si despues de preguntarte si eras hincha del Logroñés...concepto que dudo que sepas ni que exista. De ahí hasta la pregunta final fue puro divertimento, podría haberte tenido toda la noche diciendo disparates a cual más sin sentido, pero la verdad es que decidí aprovechar la oportunidad y lanzar la pregunta con el estilo que se presupone conocieno mi origen, te pregunte: -"¿Quieres que te ensarte por la entrepierna hasta que la fricción del profiláctico con tus labios inferiores genere olor a chamusquina?" Tu respuesta no dio lugar a la duda y nos enredamos en la más pasajera de las pasiones sin parar hasta hace apenas una hora. Siempre dudaré sobre si entendiste mi última pregunta, porque me consta que gozaste como una perra de pura raza el día que la dejan con el semental. Yo reconozco haber disfrutado el momento de una manera diferente y única, pero ahora roncas como un horco antes de la batalla, se hace de día, la luz me deja ver la realidad que normalmente me gusta tanto, y empiezas a darme asco.
El tío Bob. 2004.