A veces pienso que soy un egoista.
Todo lo que ven de mí no es apenas un ápice de lo que en realidad atesoro, no es esto una prédica barata de esas que pueden camuflarse bajo un algo parecido a que, se mas por lo que callo, bla, bla, bla... nada parecido a esa arenga del aspirante a “ser superior” en otra de sus variantes para creerse en la cima. Mi observación puntual se refiere más bien a la cantidad de vericuetos interminables en los que puedo intentar perderme en busca de tesoros, que algunas veces encuentro y otras no, pero que siempre dejan cosas interesantes en la búsqueda propia, como una sublimación del medio sobre el fin, a no ser que el fin cumpla con los requisitos de tesoro.
No hace falta dedicar toda una vida, normalmente ni siquiera una vez al día, pero sin considerarlo una pérdida si casualmente alguna búsqueda nos lleva más de lo esperado. En mi cabeza se producen diálogos entre seres que se conocen y otros que llegan por primera vez e inventan chanzas, tanto como lamentan sucesos desgraciados y buscan esperanzas. Hay otros que hacía años que no venían y algunos que cambian sus formas, su apariencia y todo lo que pueden, pero que todos los demás saben quienes son con medio vistazo. Llegados a este punto he de decir que no pretendo que diagnostiquéis mi caso clínico ni me sugiráis atención profesional, que no os cuento nada extraño de voces que me indican el camino del mal como redención a mis desgracias, asumidas como mi tormento, quede medianamente claro.
Cuentos, historias, escenas perdidas y algunos extras más que las ediciones deluxe, melodías que no se que significan, todos los grandes clásicos y alguna que nunca escuché. Trozos, fragmentos, retazos, cuatro colores y un par de brochazos, avisos de obras, escaleras, senderos, cerraduras con llaves y llaves, aun , sin cerradura, agujeros y palas, habitaciones y grutas.
A mi solo se me ocurre contarlas muy de vez en cuando, otros pueden ser reyes del spam si se lo proponen y ninguna de las dos opciones nos hace ni mejores ni peores, aunque a los ojos de los demás, que también se han perdido alguna vez, podamos parecer quien sabe que cosa... no es mi voluntad dejar que la excusa siga mi estela, en realidad hace tiempo que me adelantó y ahí ando a ver si puedo agarrarla y así entre lo que busco, perdido en un posible laberinto sin premio, y lo demás que la vida nos aporta más allá de los poros, resulta que haciendo baremo ustedes no saben de la misa la media de todo lo que en un día a pasado por mi cabeza y me siento egoísta, ni mejor que tu ni que nadie, sólo un poco egoísta... al menos tanto como vosotros.